Los Coristas


"Vois sur ton chemin
Gamins oubliés égarés
Donne leur la main
Pour les mener
Vers d'autres lendemains"



La etapa de mi pubertad-adolescencia fue algo complicada para mi, coincidieron cambios muy fuertes, comenzando por la llegada a un nuevo hogar, hasta ir descubriendo que y quien era yo, todos y cada uno de esos cambios que nos hacen desdichados en ciertos momentos, además de esto se sumó iniciar la secundaria.

El paso por la primaria fue relativamente sencillo y sin muchos sobresaltos, fui un niño "sobresaliente", dedicado al deporte y a los estudios (es difícil imaginar esta etapa con dificultad), sin contar que desde entonces mi carácter daba señales de como sería más adelante.Tuve la grata "fortuna" de cursar la secundaria en el Estado de México, la primera opción fue la escuela de mi colonia, cómoda y barata. Sin embargo, desde el primer día supe que seria complicado.

Conocí de primera mano las carencias que sufre la educación pública básica en nuestro querido país. Al llegar a mi nueva escuela me encontré con que no contábamos aún con un edificio exclusivo, no, compartíamos el lugar con una primaria y un jardín de niños, recuerdo los problemas que eso trajo tanto de convivencia como de espacios. Pasaron un par de meses cuando por fin fueron entregadas las instalaciones, claro, sin luz, sin agua, sin nada, solo tabique y cemento. A pesar de las limitaciones, teníamos lo necesario para enseñar: maestros y alumnos. Ya para entonces había profesores de casi todas las asignaturas. Por iniciativa de los padres, poco a poco se fue equipando la escuela, cada quien llevaba su silla, eso lo recuerdo muy bien, sillas de oficina, sillas blancas de patio, hasta bancos, algunos con gran incomodidad, pero al final, cumplían su objetivo, tener donde descansar las nalgas la larga jornada escolar.

Debo ser sincero, la plantilla de profesores hacia su mayor esfuerzo, la mayoría de ellos muy jóvenes, lo que se traducía en poca experiencia. Las clases eran muy dispares en su calidad, mientras tenía clases interesantes y estimulantes, por otro lado (la gran mayoría) eran aburridas, tediosas. Pero poco a poco se terminó el encanto, la dirección estaba a cargo de un personaje pintoresco que al final se convirtió en villano. Recuerdo el día que lo conocí, tal cual habitantes del penal de Santa Martha, nos formó en la explanada de la escuela, y nos "leyó la cartilla",un discursó efusivo con las reglas, algunas naturales y adecuadas, no fumar, no beber, no drogas, uniforme, otras sin sentido: "no novias o novios", "nada de besos", "nada de fiestas, ni dentro ni fuera".

Quizás tomó demasiado en serio su papel de celador, pero llegó a niveles difíciles de creer, recuerdo una ocasión de una fiesta, muy divertida por cierto, donde llegó la policía, culpa del ruido, esto hizo que como sabueso, el Direc, pusiera sus habilidades deductivas a prueba y se hiciera con los nombres de todos los que estuvieron en dicho evento, el resultado, el lunes casi 40 alumnos esperando sentencia, ¿el cargo?, "una caguama", "un cigarro", hasta llegar a formas inquisitivas, "se estaba besando", "bailaron juntos", jaja, sí, ridículo, pero cierto, dedicaba tal energía a investigar las venturas y desventuras de su alumnado fuera de la escuela, que descuidaba por completo su principal objetivo, la educación. Si ese era su "jefe", ¿cómo estarían los subordinados?, los profesores faltaban, algunos cubrían hasta 4 materias, poco a poco se convirtió en un completo caos. Llegó un punto en el cual me dejó de importar todo, no iba clases.

En esta etapa del primer año de secundaria, me comporte como un completo idiota, me dedique al desmadre, me interesaba estudiar y la escuela, pero aborrecía las clases, me parecían poco estimulantes, encontré refugio en mi "bandita", mi grupo de amigos, con quienes viví miles de aventuras, con muchos de ellos aún conservo mi amistad. Terriblemente mi vale madrismo hacia la escuela se incremento y mi irresponsabilidad me llevo a terrenos que en su momento jamás pensé visitar, y toqué fondo.

Luego de una broma que salió mal, me gané un castigo por 2 semanas, suspensión y descanso obligatorio en mi casa, a pesar de esto, no me libraba de las responsabilidades, mi permanencia en dicha escuela dependía de la entrega de las tareas, y como buen convicto en libertad condicional, debía ir a firmar cada lunes, y aquel lunes cometí una de las más grandes estupideces de mi vida, lo mas imbécil que me he atrevido a realizar. Aquella mañana de lunes me tocaba entregar un resumen de geografía, de las pocas materias que me entusiasmaban, para mi mala suerte, me encontré a uno de los profesores con los que tenía peor relación, de inmediato, se portó enérgico hacia mi, me impidió el paso al salón, atino a decir que no debía estar ahí, yo trate de explicarlo, pero, en un instante me sujetó de mi camisa y me empujó, recuerdo como sentí una energía desde mi estómago, esa energía se transformó en golpes hacia el docente, alcance a darle 2 o 3, me superaba ampliamente respecto al físico (bueno, quien no lo puede hacer) el respondió con un upper, me dejó casi en la lona, alcancé a lanzar mi mochila y mis compañeros se pusieron de pie para sujetarnos y separarnos.

Con ese episodio digno de cuadrilátero me gané la expulsión del plantel. Mis papás no sabían que hacer conmigo, meses antes había sido detenido en tres ocasiones por la policía: por daños a propiedad privada, una por pelear en la calle, y la ultima por que me atraparon como el Tigre de Santa Julia. Las tías de las muchachas y las vecinas vigilantes, me tenían tan estigmatizado que me divertía demasiado. En fin, todo culminó con mi salida e inicié la búsqueda de una nueva escuela, donde debería de cursar el segundo grado de secundaria.

En un principio mi familia y yo supusimos que sería una tarea relativamente sencilla, fui muy tonto al imaginar un escenario tan simple. Todo se fue convirtiendo en una pesadilla, la primer escuela que encontré me expulsaron a la semana, ¿la razón?, pelear con un compañero, la siguiente, envuelto en un estado de embrutecimiento, le mente la madre a la directora, y de nuevo, me dieron las gracias por participar, la siguiente oportunidad fue en una privada, en este punto entendí que mis opciones se habían terminado, trate de manejarme, pero,por increíble que parezca, factores burocráticos me dejaron fuera en un par de semanas, un estúpido papel que no me fue entregado, se convirtió en la causa de mi desdicha.

Tristes y con un horizonte gris, mis padres me hablaban del INEA, empecé a considerar seriamente el ir a la escuela abierta. Suerte, destino, intervención divina, la suma de todas estas se dibujo por el comentario de un viejo y muy querido amigo. En una tardeme comentó que existía una nueva (que no era tan nueva, sólo estaba algo oculta y hasta olvidada por la SEP) secundaria que daba cabido a todos, así que de inmediato me dirigí a aquel paraíso. Y efectivamente, fue mi salvación, mi última oportunidad.

Terriblemente las cosas no mejoraron del todo, o no al grado que yo esperaba, pero apenas me limpiaba el sudor por el gran susto de quedarme sin educación...

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